El vagabundo de las estrellas, Jack London

"Toda mi vida he sido consciente de la existencia de otros tiempos y de otros lugares. He sido consciente de la existencia de otras personas en mi interior. Y créeme, mi querido lector, a ti también te ha sucedido. Rememora tu niñez y recordarás esta consciencia de la que te hablo como una experiencia de la infancia. Por aquel entonces no estabas todavía acabado, no te habías cristalizado. Eras plástico, un alma fluctuante, una conciencia y una identidad en proceso de formación, querido lector, de formación y olvido. 

Has olvidado mucho, y aun así, al leer estas líneas, recuerdas vagamente las visiones confusas de otros tiempos y de otros lugares que tus ojos de niño contemplaron. Hoy te parecen sueños. Sin embargo, aunque fuesen sueños, y por tanto ya soñados, ¿de dónde surge la materia? Los sueños están gotescamente formados por una mezcla de las cosas que ya conocemos. La esencia de nuestros sueños más puros es la esencia de la experiencia. Cuando eras niño, no más niño de pecho, soñaste que caías de alturas prominentes; soñaste que volabas por el aire como vuelan los seres alados; te turbaron arañas repulsivas y criaturas babosas de innumerables patas; oíste otras voces; viste otras caras inquietantemente familiares, y contemplaste amaneceres y puestas de sol distintos a los que hoy, al mirar atrás, sabes que has contemplado.

Muy bien. Estas visiones infantiles son visiones de ensueño, de otra vida, cosas que nunca habías visto en la vida que ahora llevas. ¿De dónde surgen, pues? ¿De otras vidas? ¿De otros mundos? Quizás, cuando hayas leído todo lo que voy a escribir, encuentres respuesta a las incógmitas que te he planteado y que tú mismo, antes de llegar a leerme, te habías planteado también. (...)"

Foto: Ecured